Las guerras del azúcar y las respuestas empresariales, Tucumán
(1913-1930)[1]
Pedro García Posse. C.E.H.R., Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación, U.N.L.P.
Palabras claves: crisis, cambios, industriales, producción azucarera, Tucumán
I. Introducción
Al promediar la
década de 1870, surge en el noroeste argentino (N.O.A.), un complejo azucarero, ubicado en la provincia de
Tucumán. Éste, posee características singulares que lo diferencian de otros
enclaves industrializados de América Latina, pues, principalmente se desarrolla
principalmente para abastecer el mercado interno. Tampoco se produce allí, una
economía de plantación que controle todo el proceso económico
(producción-fabricación-comercialización), ni su mano de obra es esclava (a
excepción de la experiencia fallida, con indígenas pampas y ranqueles (Mases,
1987)[2],
aunque existen condiciones cuasi-serviles mantenidas por una legislación
opresiva (Reglamento de Policía provincial de 1856, otro reglamento de 1877:
concepto de “vagancia”, y Ley de Conchabos de 1888).[3] La
expansión azucarera se produce entonces, en el período 1876-94, por la
confluencia de un conjunto de factores: llegada del ferrocarril en 1876
(F.C.C.N.), crédito bancario, protección estatal e inversiones de capitales
nacionales y extranjeros.
Esta industria, será manejada por una élite dirigente
que controla los resortes políticos provinciales y que mantiene a nivel
nacional, relaciones con el gobierno (a veces, goza de cierto “favoritismo”), y
una presión activa en el Congreso, a través de legisladores estrechamente
vinculados a la producción azucarera. Otro canal de presión es el Centro
Azucarero Argentino (C.A.A.), fundado en 1894, organismo de los industriales y
grandes plantadores.
En el período 1895-1914, la industria alcanzará tal
auge, que se llegará a un “boom azucarero” con las consiguientes modificaciones
de la estructura social y de los grupos
de poder económico: cierre de ingenios no modernizados, industriales que
pasarán a la categoría de cañeros, formación de S.A., llegada de nuevos
inversionistas, produciéndose la concentración industrial. Estos cambios tendrán su impacto en la
estabilidad económica e institucional provincial; y también su proyección, en
los mecanismos de control del abastecimiento del mercado interno y de la
comercialización con el exterior.
Este trabajo pretende analizar el comportamiento de los empresarios
azucareros ante los diferentes tipos de crisis y cuáles fueron las derivaciones socioeconómicas para la
industria azucarera, en el N.O.A. con epicentro en Tucumán, entre los años
1913-1930. Es ésta la hipótesis central de este estudio histórico que sobre las
bases de fuentes primarias y bibliografía actual y de época se propone sumar
una explicación a las interpretaciones existentes sobre el tema de la economía
regional monoproductora. El tiempo histórico elegido tiene su punto de partida
en la preguerra y la crisis de la caña criolla, y continúa durante la década
del 1920 en que el problema de esta rama de la industria se convierte en un
asunto de alcance regional con implicancias de responsabilidad nacional.
Para analizar esta vasta problemática, no podemos
prescindir de los trabajos del “historiador de la industria azucarera”: Emilio
J. Schleh (1910, 1939, 1945, 1953), pasando por los que realizan crónica
histórica de carácter acontecimental y
biográfico (Páez de la Torre (h):1976, 1987;
María Florencia Aráoz: 2001, e Inés Rougés: 2000). Junto a
la evaluación de los costos agroindustriales (Daniel
J. Santamaría, 1984) y de las huelgas azucareras de 1923 (Santamaría, 1984). Las
investigaciones sobre la historia de la Refinería Argentina de Rosario (1888-1930), enmarcada en el tema
de los avances tecnológicos dentro de una economía azucarera periférica (D.
Guy, 1988) y de las inversiones de las élites azucareras en recursos naturales
entre 1870 y 1930 (D. Guy, 1992).
En estos últimos
tres lustros se ha incrementado de manera significativa la producción
historiográfica sobre la cuestión azucarera en el Noroeste argentino. Trabajos
sobre el “despegue azucarero” tucumano y la articulación de los distintos
actores sociales en los años 1876-1914
(Noemí Girbal-Blacha, 1988; Roberto Pucci, 1986, 1989; María Celia
Bravo, 1991, 1997, 1998). La llegada del Radicalismo al poder y su impacto en
las relaciones azucareras (N. Girbal-Blacha, 1991; R. Pucci, 1996; M. C. Bravo,
1993, 2000, 2002; también el conflicto azucarero (1925-1927) y Laudo Alvear (M.
C. Bravo, 1993). .Y la importancia de las conferencias de los gobernadores del
N.O.A. de 1926-1927 para lograr mecanismos de concertación y superar las crisis
azucareras (N. Girbal-Blacha, 1994). Además existen valiosos aportes desde la
geohistoria azucarera (Alfredo Bolsi, 1997, 2000, 2002 -estudios de paisaje
y población azucarera...). Y es
destacable la labor de “albañil” de Eduardo Rosenzvaig, que ha publicado tres
tomos de una verdadera enciclopedia azucarera (1995, 1997 y 1999).
II. Empresarios, crisis y cambio político (1913-19)
2.1. Empresarios y crisis agrícola
Ernesto E. Padilla, miembro de la élite azucarera y
del Partido Conservador, ganó la gobernación de Tucumán en 1913, aplicando la
nueva ley electoral. Asumió con otra crisis en ciernes, las abundantes zafras
del 1913-14. Pero la Gran Guerra, salvó a la industria del colapso,
exportándose el excedente, principalmente a Gran Bretaña y Uruguay.[4]
En la provincia norteña , la producción azucarera
sufría los efectos de la subproducción debido a la degeneración biológica de la
caña criolla. Se pasó de 2.982.000 tns. de caña y 237.000 tns. de azúcar (zafra
de 1915), a 1.797.361 tns. (zafra de 1916) y 103.986 tns. de azúcar; esa merma
productiva de 60.3% y 43.9% en esos dos rubros respectivamente, representó para la economía provincial un
fuerte retroceso. Y provocó que ningún ingenio de Tucumán llegara al 7% de
rendimiento.[5]
El gobernador propugnaba el reemplazo de plantíos por nuevas variedades de caña
de mejores rindes, y el “... acomodamiento forzoso los plantadores e
industriales...”, a esta situación crítica. Por lo tanto, obtener un mayor
rendimiento de caña y azúcar, y una reducción del costo de la materia prima.
que representaba “... un seguro para nuestra producción ...”, por los estudios
aplicados a los cultivos.[6]
La preocupación por las malas cosechas, afectó a
todos los actores económicos (industriales, productores y jornaleros), y el
medio político intentó articular estrategias para superar esa coyuntura tan
desfavorable. Es así, que la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de Castro
Videla que autorizaba al gobierno provincial a importar caña de Java y
distribuirla entre los plantadores, que se habían experimentado con notable
éxito en la Estación Experimental y en plantaciones privadas (principalmente
P.O.J. 36, 213 Y 236).[7]
El presidente
Victorino de la Plaza, decretó ante la falta de producción, la libre
importación de 30.000 tns., esta medida provocó la reacción del Centro
Azucarero (C.A.A.) y de la Refinería Argentina. En cuanto al alza del azúcar,
los industriales argumentaban que se debía a la baja productiva por las malas
cosechas “... sin que sea necesario buscar sus razones en la situación del
mercado universal, y menos aún hablar de un misterioso trust.” [8]
El Partido Socialista en el Congreso atacó
constantemente a través de sus legisladores (Justo, Repetto, etc.), la
protección de la industria azucarera, y puso sobre tablas la cuestión social
del trabajador rural.
La crisis agrícola, provocó modificaciones en el
panorama empresarial: venta de ingenios, subdivisión de plantaciones, solicitud
de créditos a compañías privadas, no adquirir caña, experimentación con otras
especies de caña, búsqueda de elevar el rinde sacarino y de caña por hectárea,
hipotecar fincas cañeras para conseguir préstamos ...[9] La
Cía. Concepción, que había tenido una activa participación financiera y
comercial, realizando préstamos, adquiriendo el ingenio Luján, y extendiendo la
caña de Java en sus plantaciones (7.737 Has). Y hubo una puja sobre la
“efectividad” de las variedades javanesas entre Guzmán, defensor del trabajo de
la Estación y la C..A.T., y ésta tuvo
que enmendar su Informe. Es decir que la crisis de la caña criolla provocó
diferentes respuestas en los industriales, mientras Alfredo Guzmán apoyó la
“javanización” (término acuñado por M. C. Bravo), la C.A.T. se dedicó a
modernizar sus fábricas para mejorar su capacidad de molienda, aumento de
medios de transporte y realizar tareas de recultivo, demándandole grandes
inversiones.[10]
2.2. Cambio y crisis política provincial
En medio de
esa coyuntura crítica, hubo elecciones provinciales y ganó Juan Bautista
Bascary (U.C.R. Roja), a los candidatos Pedro G. Sal (U.C.R. Azul) y Alfredo
Guzmán (Concentración Conservadora). Las divisiones internas de la U.C.R.,
obedecieron a cuestiones sociales y políticas, mientras que el grupo “rojo” era
el radicalismo tradicional y populista; el grupo “azul” era el sector que se había incorporado
recientemente, ante el triunfo de Yrigoyen en las elecciones nacionales. Éstos
provenían del sector conservador, constituyendo el ala neo-radical, conformado
para luchar por sus intereses económicos. Pedro G. Sal, estaba apoyado por el
terrateniente Ramón Paz-Posse, de pasado conservador. J. B. Bascary, cañero y
consignatario de azúcar, había sido directivo de la Bolsa de Comercio y fuerte
accionista del Banco Comercial de Tucumán.[11] Fue
el “primer gobernador radical” de Tucumán y desde el comienzo tuvo problemas
con la oligarquía azucarera. El 1º de septiembre de 1917, decretó el gobernador
Bascary, una nueva valuación fiscal para el pago de la contribución directa. Es
por esta razón, que el gobierno provincial, se enfrentó a los intereses de los
grandes propietarios y empresarios azucareros. En dicho decreto, se establecía
que, una comisión sería la encargada de confeccionar nuevos padrones para el
cobro de la contribución directa 1918-20, produciéndose el hecho de que muchos
industriales y grandes cañeros no habían pagado nunca impuestos. Y como
complemento al “ataque fiscal”, se
instaló la “cuestión social”, reglamentándose el 3 de septiembre la Ley N°
9.688 de Accidentes de Trabajo.[12]
Los proyectos del P. E. provincial ante la oposición
en la Legislatura, en donde se habían unido los conservadores (P.Liberal) y los
radicales “azules”, tuvieron que salir por decreto. El conflicto de poderes,
derivó en la decisión de Bascary de carácter anticonstitucional, de cerrar la
Legislatura. Los legisladores opositores, se reunieron en casa del presidente
del Senado Dr. León Rougés. Y Bascary ordenó a la policía allanar la casa del
senador, y lo arrestó junto al diputado nacional Melitón Camaño, confinándose
al diputado en Jalapa, Santiago del Estero. Ante estas
circunstancias, el gobierno nacional practicó la intervención, nombrando como
interventor federal al Dr. Juan M. Garro, que asumió el 26 de diciembre de
1917.
En la primera acción federal, fue suspendido Bascary,
por siete meses (26/12/17 hasta 27/7/18), y faltándole pocos meses para
terminar su período, sufrió otra intervención, el 8 de diciembre de 1920, en la
que fue desplazado definitivamente.
Como resultado de la política bascarista, los cañeros
independientes se agruparon, recreando en 1918 el Centro Cañero (que había sido
fundado en 1895), nuevo factor de
presión organizado. Esta institución, fue presidida por el terrateniente
cañero Pedro León Cornet, de militancia radical (candidato a gobernador por la
U.C.R. en 1913), y solicitaban una legislación para regular equitativamente,
sus relaciones comerciales con el sector industrial.[13]
2.3. Empresarios su relación con Yrigoyen
Los empresarios van a chocar una y otra vez con la
política azucarera de Yrigoyen, que defiende el interés de los consumidores del
litoral, base de su clientela electoral. De allí la cantidad de acciones para
intentar torcerle el brazo al gobierno.
En 1919, se producía otro episodio de exceso
productivo, y los cañeros solicitaron los “altos” precios del período
subproductivo. La raíz de esta crisis, era que tanto los cañeros independientes
como los fabricantes, aumentaban sus plantaciones, sin considerar las
necesidades del mercado interno. Sobre esta temática, Hagemann, sostenía que la
“... única solución consistía en la instalación de nuevas fábricas...”. Y la
C.A.T., se embarcó en la extensión de su propia caña, comprando tierras.[14]
A nivel corporativo el C.A.A. representó a los
industriales, en su discusión sobre la cuestión azucarera con Yrigoyen, y
siguió criticando su gestión, por haber multiplicado las autorizaciones para
importar azúcar en cantidades superiores a las necesidades del país.
Paralelamente, los cañeros independientes nucleados en el Centro Cañero,
dirigieron una solicitud al Presidente de la Nación, para que redujera la
importación de azúcar de acuerdo al consumo interno; por cuanto ellos, debían
hacer frente a una serie de deudas contraídas para salvar sus plantaciones de
la plaga del “mosaico”, replantando caña javanesa; y entonces, la saturación
del mercado con azúcar importada, provocaría la ruina del sector.
Otro de los canales de presión, fue a través de los
diputados nacionales de Tucumán; en efecto, los radicales Pedro L. Cornet,
Miguel A. Aráoz, Octaviano S. Vera, y el conservador Eduardo Padilla, tuvieron
una audiencia con el ministro de Hacienda, con la finalidad, que el gobierno
suspendiera la libre importación de azúcar, porque violaba el artículo 3° de la
Ley 8877 (importación para cubrir el déficit del consumo interno). Criticaban
éstos, la licitación por decreto del 10 de agosto de 1918, de introducir “libre
de derechos” 200.000 tns., en momentos en que la industria atravesaba un auge
productivo.[15]
En el mes de febrero de 1919, los principales
industriales nucleados en el Centro Azucarero, se reunieron en la Capital
Federal, con el diputado nacional y presidente del Centro Cañero Pedro L.
Cornet, mandando una nota de protesta al ministro de Hacienda sobre la política
importadora.[16]
Otro de los frentes de ataque a los industriales,
provino de una campaña seguida por el Partido Socialista, iniciado por el
diputado nacional Repetto, quién comenzó una investigación parlamentaria para
determinar la existencia de trusts en las industrias, incluída la azucarera.
Determinándose lo siguiente:
1. la Refinería Argentina de Rosario, del grupo
Tornquist, fijaba los precios del azúcar a nivel nacional, elaboraba el azúcar
en los ingenios de la C.A.T., y, de
otros ingenios, importaba azúcar bruto para refinarlo y colocarlo en el
comercio interno, y funcionaba como una fuente de crédito informal a los
ingenios e industriales,
2. la C.A.T., constituía una fusión de cinco fábricas
tucumanas (Lastenia, La Florida, Nueva Baviera, San Andrés y La Trinidad),
concentrando el 25% de la producción tucumana, y mandaba su producción fuera de
la provincia, a la Refinería Argentina de Rosario (Santa Fe), perteneciendo
todas estas empresas al grupo Tornquist,
3. el C.A.A., que era una organización de los
principales fabricantes de azúcar, se reunía en la Capital Federal, a fin de
realizar evaluaciones acerca de la marcha de la industria, y para fijar
estrategias ante la evolución de la política económica. El grupo Tornquist
dominaba el Centro Azucarero, dirigido por C. A. Tornquist y M. Hagemann,
habiendo una importante presencia de industriales tucumanos,
4. los legisladores
provinciales y nacionales norteños, estaban vinculados con los intereses
azucareros de diferentes formas: como propietarios de ingenios, miembros de sus
directorios, representantes de las compañías azucareras, o grandes cañeros.
Fue muy ilustrativa la investigación parlamentaria
porque reveló la complejidad del mundo empresario azucarero, de hecho, la queja
de políticos, grandes cañeros y los industriales tucumanos era contra el
monopolio de la C.A.T.-Refinería Argentina que controlaba la producción,
refinación, comercialización y la importación.[17]
III. ¿Normalización de la industria azucarera (1920-1924)?
3.1. Subproducción y lucha legislativa
Mientras que en la Cámara de Diputados, seguían los
enfrentamientos sobre la problemática azucarera. El diputado Bunge, describió,
las malas condiciones de los obreros empleados en la industria azucarera y del
estado del proletariado tucumano. Esta descripción negativa, provocó la réplica
de los diputados tucumanos, E. E. Padilla y León Rougés. A su vez, el diputado
Camaño (Tucumán), calificaba a la política radical de “liberal”, porque “...
todos los años se ha permitido la libre introducción del azúcar ... La
presidencia actual se ha consagrado al abaratamiento de este producto, y se
puede afirmar que en estos tres últimos años (1917-20), la industria azucarera
no ha gozado de los beneficios de la Ley Saavedra Lamas.” Y el Senado, aprobó
el 5 de febrero de 1920, una nueva ley azucarera (Ley Ferrarotti) que derogaba
la Ley N° 8877 de 1912.
Yrigoyen defendió el derecho a intervenir en
disposiciones que constituían una defensa de los intereses de los consumidores,
manteniendo el artículo 3° de la Ley Saavedra Lamas y el decreto del 8/8/1919.
Su propósito era evitar el “... encarecimiento del artículo en proporciones tan
exageradas como ya está sucediendo, que lo convierta en un verdadero artículo
de lujo.” Pero el presidente, vulneró el
artículo 72° de la Constitución Nacional,
al sostener el veto parcial, y también con el decreto del 8 de agosto, que
prohibía la exportación, porque no lo remitió al Congreso para ser tratado.
Los fabricantes, ante el veto presidencial, subieron
los precios, debido a los compromisos con los bancos y créditos particulares y
por la prohibición de exportar. Y los superstocks, fueron almacenados en los
ingenios o en otros depósitos, para esperar un cambio de política, o como
garantía de créditos bancarios. Posteriormente, las presiones tuvieron éxito,
pues Yrigoyen, permitió la venta al exterior de 100.000 tns., dejando los
industriales 20.000 tns., como garantía para la estabilidad del precio del
azúcar.
Y finalmente, aquella ley viciada por el veto
parcial, va a ser anulada al año siguiente (1921), restableciéndose la vigencia
de la Ley 8877.[18]
3.2. Conflictos en la política
provincial: Octaviano Vera ¿reformador social? (1920-23)
Octaviano S. Vera, era procurador judicial, y estuvo
enrolado en la Unión Popular, grupo político de los industriales azucareros que
se oponía al “luquismo” (Lucas Córdoba). En 1912, se unió a la U.C.R., y en
1918 reunía la doble condición de diputado provincial y nacional, hecho
permitido por la Constitución tucumana.
Entre los proyectos del diputado Vera presentados en
el Congreso, figuraba la creación de tres ingenios azucareros por cuenta del
Estado, para que molieran caña de los cañeros independientes, no requerida por
las fábricas privadas. Apoyó en 1917, la candidatura de Bascary, aunque luego
se apartó, formando el 30 de agosto de 1920, su propia línea interna,
enfrentada al “bascarismo”. Su candidatura a gobernador fue resistida por
Francisco Beiró, presidente del Comité Nacional del Radicalismo, y por el mismo
Yrigoyen. Él, estaba alineado al radicalismo “azul”, y su campaña política fue
costeada, por industriales y terratenientes azucareros, entre ellos, Ramón Paz-Posse,
Pedro G. Sal y Vicente C. Gallo.
Entre las primeras medidas de Vera, al asumir como
gobernador en 1922, fue el nombramiento como abogado de la provincia, en Buenos
Aires, del senador nacional por Capital Federal V. C. Gallo, quién luego sería
candidato antiyrigoyenista a la vicepresidencia de la nación.
En 1923, se sumaron varios factores críticos:
acumulación de stocks desde 1919, saturación del mercado interno, bajos precios
y, superproducción. Y en medio de este panorama, Vera va a intentar establecer
una legislación social. Y tuvo que retroceder ante la acción concertada de
industriales y grandes cañeros, que presionaron para reprimir el movimiento
huelguístico de junio de 1923, Éste fue una consecuencia de la negativa de la
aristocracia azucarera de aumentar los jornales y limitar las jornadas
laborales. Vera, partió de una falsa premisa: creyó, que podía vencer a los
industriales... e intentó todos las formas para llegar a ese objetivo.
Las “leyes obreras” de salario mínimo y jornada
máxima de 8 horas, y la huelga de 1923, quedaron como un hito reivindicatorio
para el futuro; y como un acto temido y crítico para los empresarios. El fracaso
de la huelga se debió a que el Centro Cañero se unió al Centro Azucarero, para
exigir el fin del movimiento de fuerza; y a la falta de coordinación y de apoyo
de una fuerza política, a pesar de que algunos funcionarios del gobierno
“verista”, juzgaron justos sus reclamos.
Vista la oposición de conservadores y neo-radicales,
el gobernador realizó maniobras para tener quórum propio, utilizando a la
fuerza policial para detener a los diputados opositores. Así, pudo sancionar
las siguientes leyes: ley del presupuesto, nuevo impuesto a la molienda, leyes
de salario mínimo y jornada máxima de trabajo, multa de 1.000 pesos diarios, a
las fábricas que intentaran un “lock-out” de protesta y aprobación del veto del
gobernador a la ley de contabilidad.[19]
3.3. Crisis política, empresarios y huelga cañera
El 19 de mayo, comenzó el movimiento de huelgas en el
ingenio Santa Ana de la Cía Hileret, en donde los obreros solicitaron mejoras
salariales. Por estos conflictos, el C.A.R.T., envió un telegrama al ministro
del Interior José N. Matienzo, el 5 de junio. A su vez, se desarrollaba una
campaña de prensa contra el gobernador, especialmente por el diario “El Orden”.
Y en el interior del grupo “verista”, se manifestaron disensiones, como la de
Pedro L. Cornet (C.C.), que en junio de 1923, anunció su adhesión al
antipersonalismo, pero sin Vera.[20] En
consecuencia, fue intervenido el gobierno tucumano, en noviembre de 1923,
siendo separado el gobernador de su
cargo. Además hubo un conflicto entre el ministro Matienzo y el interventor
federal Gondra, renunciando el primero. Entonces Alvear, designó como ministro
del Interior a Vicente C. Gallo.
Ante los sucesos políticos que se producían en
Tucumán, la Cámara de Diputados de la Nación resolvió, nombrar una comisión de
cinco miembros, para que estudie la “...
situación de los plantadores y obreros...”, de la industria azucarera, y
aconseje las medidas que creyere convenientes.[21]
Finalmente, ¿cuáles fueron los motivos de la fuerte
oposición de los empresarios azucareros a las “reformas sociales” de Vera?
Aparte del proceder ilegal de este gobernador, al forzar la aprobación de su
legislación, ineludiblemente, era otro el problema. Los empresarios sentían,
que con la aplicación de la reglamentación del trabajo, aumentaría el costo
laboral disminuyendo sus beneficios.
Por su parte el C. Cañero, realizó una acción
simultánea de presión: a los poderes nacionales y provinciales. Juan José
Iramain y P. L. Cornet se entrevistaron el 25 de marzo, con el gobernador Vera,
en donde le propusieron: “... que adoptase una ley que obligue a los
fabricantes a pagar un precio razonable por la materia prima”.[22]
En abril de 1923, el organismo nacional que nucleaba
a los fabricantes azucareros, sufrió una reestructuración. El Centro Azucarero
Argentino, se reestructuró para coordinar medidas con la finalidad de bloquear
la “legislación obrera” de Tucumán y quizá, con el peligro de que se extendiera
la cuestión social a otros centros agroindustriales. El ahora Centro Azucarero Nacional (C.A.N.), proponía
crear comisiones regionales en los centros azucareros, que tuvieran por lo
menos tres fábricas de azúcar.
Otras medidas concretadas por los empresarios, fue
constituir la Bolsa de la Producción Argentina (B.P.A.), en ese mismo mes. Ésta
presidida por Rómulo Naón, cuya misión era “defender la industria azucarera
argentina”. Pero su real actividad se analiza, con la creación el 21 de abril,
de la Cámara Gremial del Mercado de Azúcar a Término, siendo su función, la de
fiscalizar las operaciones comerciales; y estaba integrada por: cuatro
fabricantes, dos cañeros, dos “almaceneros” mayoristas y, dos corredores de
azúcar.
El gobierno tucumano, intentó aplicar las leyes
laborales sancionadas el 24 de marzo, estableciendo como medio de control de la
jornada máxima de 8 horas (art. 5°), el Departamento del Trabajo (art. 3°). Se
realizarían inspecciones generales o parciales por aquél organismo (art.
14°) y se permitía el allanamiento por
orden del juez competente (art. 15°); esto golpeaba la “autonomía” de los
ingenios.
El resultado
de la aplicación del nuevo impuesto a la caña, fue la gran protesta de los
“cañeros”, que en cantidad de dos mil, se quejaron de ese gravamen, (2 ctvs.
por 10 kgs. de caña).[23]
Y los industriales desafiaron al gobernador, no
aplicando las “leyes obreras”. Vera, se vió desbordado por los acontecimientos.
Quizá pensó que el presidente Alvear, apoyaba sus reformas, pero estaba sólo.
Si examinamos el comportamiento de los empresarios azucareros ante la huelga de
1923, se apreciará, que no fue homógeneo, si hubieron dos actitudes:
a) de oposición: los industriales tucumanos que
seguían a Alfredo Guzmán, que se había aliado al vicepresidente del C.A.N. y
administrador de la C.A.T. J. M. Landajo
(grupo Tornquist), decidieron no negociar e ir al paro industrial
b) de concertación: el ingenio Santa Ana de la Cía.
Hileret, realizó un acuerdo entre la comisión obrera y el apoderado de la
fábrica.
Los sucesos protagonizados por los
trabajadores-cañeros en la provincia norteña,
se llevaron a cabo a través de
diferentes modalidades: actos de sabotaje, toma de ingenios,
destrucciones de cañaverales; y un hecho llamativo, la participación de los
policías del lado de los huelguistas. La pasividad de Vera, demostraba su
simpatía con la causa cañera. Por la magnitud del conflicto, las fuerzas
policiales fueron incapaces de garantizar la seguridad de las fábricas y del
trabajo. Entonces, se produjo la intervención de las fuerzas nacionales
dirigidas por el Gral. Belloni, que restableció el statu quo en la provincia.
Si evaluamos las jornadas de huelga, veremos que
produjeron un daño económico a los industriales, resultando una zafra
insuficiente por la caña que no se pudo cosechar, junto al muy bajo rendimiento
que alcanzó un 4% .
La reacción empresaria fue la reorganización del
Centro Azucarero (C.A.N.), que se efectuó para mejorar la supervisión de los
centros productores. Y para dirigir de una manera más eficiente a la industria,
se crearon comisiones regionales “estables”: 1° en Tucumán, 2° en Salta y Jujuy, y, 3° en Santa Fe,
Corrientes y Chaco.[24]
Los recientes conflictos obreros, operaron
modificaciones en la conducta de los empresarios. Alfredo Guzmán, como
presidente de la Comisión Regional,
expresó la necesidad de solidaridad entre los industriales tucumanos, para
desarrollar una acción conjunta. Se pasó de la acción particular, a una
estrategia concertada , conducida por una organización sectorial (C.A.N.).
Guzmán, propuso como programa de acción del C.A.R.T.: fomentar otros estudios contando
con el aporte de la Estación Experimental, velar por los intereses de los
industriales, y realizar gestiones ante los poderes públicos y empresas
ferroviarias.[25]
¿Qué hizo el Centro Cañero?, se alió al Centro
Azucarero Regional , porque no estaba de acuerdo con los procedimientos de los
huelguistas, pero sí con las reivindicaciones sociales. Otra acción de los
industriales, fue la de entrar en la U.I.A., creándose una sección llamada
“Refinería e Ingenios de Azúcar” y
teniendo como representantes en el Consejo Directivo, a Pedro Bercetche
(ingenio San Martín del Tabacal, Salta) y a Javier Padilla (ingenio
Mercedes-Tucumán). El ingreso de estos empresarios amplió los canales de
presión, promoviendo que el Congreso elaborara una legislación proteccionista
de la industria azucarera.[26]
Otro de los efectos de la transformación del Centro
Azucarero y de su inserción en el ámbito industrial del litoral (U.I.A.), fue
el cambio de nombre de la publicación “Revista Azucarera”, que se llamará a
partir de 1924, “La Industria Azucarera”. Ésta aumentará la cantidad de
secciones, abarcando otros cultivos industriales, opiniones de la U.I.A., de
sectores nacionalistas como la Liga Patriótica y de Augusto Bunge.[27]
El interventor federal Dr. Gondra, fue ayudado por los
industriales, quiénes le prestaron 2.000.000 pesos, para el pago de la
administración pública, a cuenta del impuesto de la cosecha de 1924. Mientras tanto, una de
las fracciones radicales, encabezada por el diputado nacional Antonio B. Toledo
(U.C.R.), le pidió al interventor, que hiciera cumplir las “leyes obreras”, de
jornada máxima de ocho horas y de salario mínimo de 4,20 pesos. Pero Gondra no
las aplicó, porque estaba alineado con el sector industrial.[28]
Se avecinaban las elecciones a gobernador y la crisis
en la U.C.R. era muy intensa, al punto que se había dividido en seis fracciones
Esta situación se pudo subsanar encontrando un candidato nucleador, Miguel M.
Campero, ex presidente de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. Llegaron las
elecciones y triunfó el Radicalismo frente al Partido Liberal y al P.
Socialista. El Dr. M. M. Campero, gobernaría durante el período 1924-1928.[29]
IV. De la intervención a la regulación permanente en la industria
(1925-29)
4.1.Superproducción: accionar político, productores y empresarios
Con la zafra de 1925, se produjo otra crisis de
superproducción.. Ésta tendrá sus repercusiones económicas, financieras,
sociales y políticas.
Los empresarios, propusieron a través del C.A.N.,
seguir el modelo cubano de limitación productiva. Y el C.A.R.T. solicitó al
gobierno nacional la modificación de la política aduanera, para impedir que el
exceso mundial de azúcar, se volcara en la Argentina con las previsibles
consecuencias.
La Federación Agraria Argentina (F.A.A.), desembarcó
en Tucumán, y su acción provocó importantes cambios en el ámbito cañero,
buscando la adhesión de los pequeños y medianos cañeros que no se sentían
representados en el Centro Cañero. Logrando que se afiliaran, los
“agricultores-cañeros” en diciembre de 1926. Creándose veintiséis seccionales,
cuyo consejo directivo estaba radicado en San Miguel de Tucumán, y la central
en Rosario, Santa Fe (sede de la F.A.A.).
El mes de enero de 1927, marcó el inicio de otro
conflicto cañero-industrial, por el precio de la materia prima. Pero que iría acompañado
de un conjunto de reivindicaciones socio-económicas, difíciles de resolver por
la coyuntura de superproducción.[30]
¿Qué hizo el Estado con la industria azucarera? La
evaluación gubernamental no era uniforme. El mantenimiento de hechos ilegales
por parte del sector fabricante, lo manifestó el Ing. Marotta, quien era
director de Laboratorios Químicos del Ministerio de Agricultura de la Nación,
que pidió la “intervención estatal”, para controlar desde las básculas hasta las
transacciones comerciales entre cañeros independientes y fabricantes, para
suprimir los “abusos” que cometían los empresarios. La réplica empresaria, fue
considerar la intervención gubernamental, como una violación de sus derechos
constitucionales.[31]
En Tucumán, la
situación permanecía muy tirante, porque los fabricantes se negaban a aumentar
el precio de la caña, argumentando que el excedente no se podía exportar, y que
la responsabilidad de la crisis superproductiva, era de los cañeros
independientes que aumentaban todos los años el área de cultivo. Proponiendo
como solución, que éstos plantaran menos caña, y que posteriormente salieran
del circuito azucarero.
La Caja Popular de Ahorros, por ley provincial del 9
de marzo de 1927, apoyó financieramente la creación de una sociedad cooperativa
en Monteros, que iba a moler su propia caña. haciéndose realidad el apoyo del
gobernador Campero a los cañeros. La
solución restrictiva, propuesta por los industriales no fue aceptada por los
cañeros independientes. Y como el asunto no progresaba, los cañeros decidieron
no entregar caña de la próxima zafra, hasta tanto no se fijara un precio
equitativo.
El problema cañero-industrial, mostró que los
principales diarios argentinos tomaron partido, mientras “La Prensa”, defendía
la lucha de los cañeros por modificar las relaciones contractuales, y la
búsqueda de un precio justo para su producción; “La Nación”, publicaba
artículos a favor del sector industrial, y criticaba al gobierno nacional por
estar presente a través de un delegado oficial (Dr. Medina), en los “mitines”
de los cañeros.
Existieron
intentos, para acercar posiciones entre ambos sectores. Como la iniciativa del
Ing. Aubone, director de Comercio e Industria del M. A., que quería conciliar
los intereses de los gremios de plantadores de caña y fabricantes de azúcar,
creando organismos reguladores del precio de la caña, de los que formarían
parte sus representantes, es decir, un proyecto de “cámaras gremiales”. El
ministro de Agricultura, aprobó este planteo, y en consecuencia, fue propuesto
a los gobiernos de Tucumán, Salta y Jujuy. El gobierno tucumano, aceptó el
proyecto del Ing. Aubone y lo convirtió en ley, créandose la “Cámara Gremial de
Productores de Azúcar”, y la “Comisión Arbitral” que debería laudar en todos
los juicios sobre cumplimiento de contratos de compra-venta de caña celebrados
entre sus afiliados.
Pero los intentos políticos fueron infructuosos, ante
la intransigencia de las posiciones.
Entonces, el 17 de mayo de 1927, veintitrés seccionales de la F.A.A., a causa
de las “desastrosas liquidaciones a agricultores cañeros de la provincia”,
resolvieron declarar la huelga por tiempo indeterminado.
La huelga de los cañeros, no era exclusivamente por
un “precio justo” de la materia prima; detrás de este hecho comercial estaba
anclada toda la problemática azucarera. Un conjunto de reivindicaciones
socio-económicas, administrativas y técnicas, que venían siendo postergadas
desde la huelga de 1904, pasando por los sucesos de 1923, y que mantenían de
hecho, privilegios y ventajas para la élite industrial, como no ver la pesada
de su caña, la creencia que las balanzas estaban arregladas, el abuso de las
proveedurías de ingenio ...
Durante la década
de 1920, se extendieron los laboratorios químicos en todos los ingenios, que
sacaban el rendimiento sacarino de la caña comprada al cañero, que estaba a
merced del fabricante
Según el Informe
Medina, existían muchos pequeños cañeros, alcanzando al 89% los cultivadores
que estaban en esta categoría, estando parte de ellos a nivel de subsistencia
(parvifundio) y las condiciones de vivienda, higiene, salud,... eran en líneas
generales, deplorables, produciéndose una alta mortalidad infantil, además de
los accidentes de trabajo
Los huelguistas tuvieron un gran éxito en su acción
obstruccionista, produciendo el cierre transitorio de cuatro fábricas: B.
Vista, Santa Rosa, Los Ralos y San Antonio.
El 23 de mayo, se reunieron los fabricantes nucleados
en el C.A.R.T., y decidieron, el cierre de las fábricas por tiempo
indeterminado, hasta que hubiese garantías, o se normalizara la situación.
Éstos, seguían sin reconocer a la Federación Agraria, para negociar, e
insistían, en “someter el asunto a un arbitraje directo con los cañeros.”
Distinta fue la reacción del gobierno nacional. El
M.A., ofreció su mediación, y reconoció a la F.A.A. como representante de los
cañeros tucumanos. La posición de esta entidad agraria, fue crítica, expresando
el “... desamparo en que se encuentran (los
cañeros) por los procedimientos sin contralor de los propietarios de ingenios.”
En este tono, Campero planteó, que la única solución era el arbitraje y se
ofreció como mediador. Esta proposición fue aceptada por los cañeros de la
F.A.A., pero rechazada por la C.A.R.T. Y también se negó a reprimir la huelga,
como querían los empresarios, pero sí mandó la fuerza policial a cuidar la
propiedad y garantir el derecho al trabajo, pero era insuficiente para
controlar a más de 2.000 manifestantes.
Para destrabar el conflicto, la F.A.A., le propuso a
Guzmán “un precio uniforme”, idea que también fue rechazada. El 30 de mayo, una
delegación de cañeros, acompañado por el Dr. Ferrarotti (asesor legal de la
F.A.A.), se entrevistó con el Presidente Alvear, para plantearle esta
problemática. Mientras que los industriales, insistían en la intervención
federal, ante el estado de “rebelión” de los cañeros tucumanos, que con su
accionar, retrasaban la molienda, con las consiguientes pérdidas para aquel
sector.
La realidad demostró que la huelga de mayo de 1927,
no era un hecho “artificial”, inventado por la F.A.A., como lo repetían los
industriales. El éxito por primera vez, estuvo del lado de trabajadores y
cañeros independientes.
El Centro Azucarero, a pesar de todo su poder, no
pudo ganar, ante la inteligente estrategia desarrollada por los cañeros de la
F.A.A., que desplegaron una ardua labor en defensa de sus intereses, en
círculos provinciales y nacionales. Lo fundamental de su triunfo, fue que al
introducir una institución agraria de la región del litoral, en la problemática
azucarera tucumana, el problema cañero-industrial, salió del ámbito local y
regional, para adquirir connotaciones nacionales. Otro factor, fue la
planificación del movimiento social, con una serie de tácticas, para impedir la
molienda; el boicot que se articuló a través de ataques a las fábricas, y a los
medios de transporte (convoyes y carretas), golpeó duramente a la industria
azucarera, provocando la paralización económica provincial.[32]
Entonces, ante ambos gremios, le pidieron al presidente
Alvear su intervención como árbitro.
Toda esta problemática, estaba siendo estudiada por
los funcionarios del M.A., y su informe
sobre el precio de la zafra de 1926, constituyó la base del laudo presidencial.
Finalmente
para solucionar el problema azucarero, se va a iniciar la intensificación de la
intervención estatal provincial y especialmente nacional, construyendo un
modelo de un Estado regulador, que actuase permanentemente, y en todas las
fases de la industria. En consecuencia, se proyectarán dos leyes reguladoras de
la producción en Tucumán, la de 1927 no aplicada, y la del 21 de junio de 1928;
la sanción de las Cámaras gremiales, y fundamentalmente el Laudo Alvear de
1928.
Por las circunstancias socioeconómicas y políticas
que atravesaba la provincia, obligaron al P.E.N. a realizar un laudo parcial,
que enfocó algunos problemas puntuales. El laudo arbitral, se estableció con
carácter inapelable, como previamente lo habían requerido a ambas partes al
Presidente Alvear.
Los
fabricantes, se sintieron agraviados por el fallo del 14 de septiembre, debido
a que tenían que comprar la caña a un “precio fijo”, y moler “toda la caña” del
cultivador. Además del control estatal sobre balanzas y libros de ingenio. Y
principalmente, se anulaban los contratos de compra-venta. Se golpeó el poder
de los industriales en su forma operativa, y esto conformaba una política
reguladora que el tiempo diría si daba los resultados deseados por el Estado.
Los empresarios aceptaron “bajo protesta” cumplir con
el compromiso adquirido con el árbitro. Y apoyaron las propuestas del gobierno
provincial, de crear cooperativas de cañeros.[33]
El laudo de 1927, representó una solución inmediata y
de carácter transitorio, mientras los técnicos del gobierno nacional,
preparaban el laudo definitivo. Y para seguir estudiando esta cuestión fue
enviado el secretario del árbitro, el Dr. Rodolfo Medina, que se reunió con
representantes de ambos gremios, para buscar posibles salidas legales, que
tendieran a normalizar la difícil situación derivada de la superproducción.
Enfocando no sólo el problema cañero-industrial, sino que ampliando el espectro
de estudio a otras cuestiones: como el standard de vida de los trabajadores y
productores de caña y obreros fabriles, el régimen de crédito y condiciones de
higiene de la población vinculada a esta agroindustria.[34]
En esta coyuntura de crisis, la convención del
Radicalismo, celebrada el 15 de marzo de ese año, le exigió al candidato
radical “yrigoyenista” Ing. José G. Sortheix como programa de gobierno, el
cumplimiento de las leyes de salario mínimo y jornada máxima de 8 horas, y la
asistencia médica en los ingenios. Ante esta proclama “reivindicatoria”, los
“señores del azúcar” reaccionaron, considerándola un castigo para la industria,
porque la política social aumentaría los
costos agroindustriales.[35]
4.2. Laudo Alvear
El 11 de mayo de 1928, se dictó el Laudo definitivo.
Entre las normas dictadas estaban: la liquidación de la materia prima en
relación directa con el rendimiento comercial, es decir, con el porcentaje de
azúcar contenido “realmente” en la caña; y que el producto de la
comercialización, se distribuyera por mitades entre cañeros e industriales.
Con respecto al sistema de liquidaciones, se fijaron
dos sistemas:
a) liquidación individual: el rendimiento individual
de la caña, si es de superior calidad, beneficiaba al productor
b) liquidación general: los rendimientos de las
entregas individuales de cada cañero, se suman, y de allí se saca el porcentaje
general de rendimiento. Ésto, podía perjudicar al productor que tuviera mejor
caña. o beneficiaba a los cultivadores que traían caña de inferior calidad, y
la sumatoria con cañas de mejor rinde, elevaba el rendimiento general, subiendo
el porcentaje y por ende, el precio.
Otras normas, implicaron un reconocimiento a viejas
reivindicaciones del sector cañero:
a) que pudieran controlar las operaciones comerciales
en las fábricas (cargada, pesada y merma)
b) la fiscalización por parte de los organismos
oficiales de todas las etapas de la industria
c) intervención en los contratos de compra-venta
d) supervisión de la Estación Experimental, para los
análisis químicos
e) inspección y
arreglo de las básculas de las fábricas.
Los cañeros y fabricantes, adoptaron como “contrato
único”, las bases contractuales señaladas en el Laudo Alvear. Y ante cualquier
problema de “interpretación”, se debía consultar al secretario arbitral Dr.
Medina, subdirector general de
Comercio e Industria. En consonancia con los esfuerzos a nivel nacional que se
hacían para normalizar la industria, se dictó en Tucumán, una nueva ley
azucarera el 21 de junio de 1928. Esta ley provincial, limitaba la producción
al 70% del azúcar producido en 1926, para el período 1928-30. Y autorizaba la
exportación del 20%. Restricción que fue aplicada por igual a cañeros de
ingenio y productores. [36]
4.3. Planes alternativos para salir de la crisis: ¿cuál debía ser la
solución argentina?
Existía coincidencia entre empresarios y políticos de
Tucumán, en que se debería organizar la limitación productiva a nivel nacional.
Junto a la defensa aduanera para protegerse del azúcar importado, alentar
oficialmente la diversificación de cultivos para reducir el área cañera; y
realizar una campaña de propaganda, para disminuir el consumo de azúcar, tal como
sucedió en EE.UU. y Alemania. Los industriales, acusaban como el “... factor de
resistencia a la solución... está representado por los cañeros...”, que
presionaban al Presidente Yrigoyen
(diciembre de 1928), para que moliese toda su caña, y que haya más azúcar.
El fracaso de la política limitativa del principal
centro productor, se debió a que los ingenios de las otras provincias
azucareras, salvo el Esperanza de Leach, boicotearon el esfuerzo que realizaban
los empresarios tucumanos, aumentando la extensión de sus plantaciones y su
capacidad de molienda. En cuanto a los precios, el azúcar desde 1925,
experimentó una importante baja. Y el flete ferroviario para transportar la
producción, sufrió una fuerte suba. Por ello, el C.A.N., empezó tratativas con
las empresas ferroviarias, para que redujeran las tarifas.[37]
El mercado argentino estuvo saturado de azúcar
durante esos cinco años, junto a cosechas récords se fueron sumando los
superstocks remantes de otras zafras y eso se tradujo en promedios anuales
menores a los 4 pesos (10 kgs.).
En plena crisis, el gobernador Sortheix, planteaba la
“policultura”, es decir, la extensión de cultivos tales como la yerba mate,
arroz, tabaco. Su administración, continuó promoviendo los proyectos
cooperativos, y el 8 de junio de 1929, se inauguró, el segundo ingenio para
cañeros independientes, llamado Ñuñorco, que junto al Marapa, fueron
financiados por la Caja Popular de Ahorros y el Banco de la Provincia de
Tucumán.[38]
La Refinería Hileret de la Capital Federal, se opuso
al pedido del gobernador Sortheix y del C.A.N. al Presidente Yrigoyen, de
aumentar los derechos aduaneros, porque ello, provocaría la desaparición de las
dos refinerías instaladas en la capital porteña, que se proveían de azúcar importada, “... y la formación del consiguiente trust.”
La otra empresa refinadora se llamaba “Refinería de Buenos Aires” de Georges Hemmerló.
El presidente del C.A.N. Ambrosio Nougués y Sortheix,
consideraban el éxito local de la regulación productiva, que alcanzaba al 73% de
la molienda de 1926, pero el esfuerzo de las fábricas tucumanas, no era imitado
por los otros ingenios del país. Circunstancia que demostraba la falta de unión
y solidaridad, entre los empresarios azucareros.[39]
Ante este situación, y a través de sus gremios C.C. ,
F.A.A. y C.A.N., le solicitaron a Yrigoyen, que hiciera gestiones para que los
productores de Salta y Jujuy, redujeran el 30% de su producción.
La C.A.T., no estaba del todo del lado de los
productores tucumanos, y esto se aprecia, en la presión a Sortheix, para que
anulase un decreto del gobernador anterior (Campero) del 30 de diciembre de
1927, en el que se había prohibido la refinación de azúcares brutos fuera de la
provincia, éste estuvo de acuerdo, y decretó su anulación el 3 de julio de 1929,
considerando las graves dificultades económicas de las fábricas, que no se
encontraban en condiciones de refinar o de hacer “granulada”, aclaremos que
nueve ingenios tenían refinerías y eran independientes del grupo Tornquist,
excepción de las cinco fábricas de la C.A.T. .[40]
En este marco, los proyectos de establecer ingenios
con remolacha azucarera, se hicieron realidad. En febrero de 1929, el ingenio
San Lorenzo de Conesa, Río Negro, realizó la primera zafra de este cultivo en
la Argentina. Y el 10 de mayo de 1929, se inauguró la S.A. Azucarera de Cuyo,
en San Juan.[41]
V. Reflexiones finales
Este ensayo ha pretendido demostrar que existió una “lucha” por momentos muy ardorosa, entre los empresarios azucareros y los demás actores sociales (cañeros, Estado), que quisieran bajar su nivel de rentabilidad y cuestionar sus privilegios políticos y organización del trabajo. Y que tampoco los empresarios actuaron en forma monolítica, existiendo enfrentamientos internos.
La ley Sáenz Peña trajo vientos de cambio, y entonces de las filas conservadoras se produjo una escisión que se integrará a la nueva fuerza. Como se aprecia, las relaciones azucareras en la etapa democrática incrementarán la conflictividad política y social. El “yrigonismo” sumado a la viejas prácticas hegemónicas, querrá destruir el “Estado azucarero tucumano” junto a su política de defensa del consumidor del litoral para mantener su clientela electoral.[42] Se debe rescatar la acción “obrerista” del gobernador radical Octaviano Vera, hombre que procedía de una familia campesina del sur tucumano y que luchó por mejorar las condiciones de vida de los cañeros, sin importarle que le daba la espalda a los políticos e industriales que lo habían apoyado.
El “antiguo
régimen” como decía José Ignacio Aráoz debía reorganizarse para enfrentar al
Partido Radical y volver a ser gobierno.[43] Pero no tuvieron éxito el
poder político, pero sí lucharon denodadamente contra todo ataque del poder
político sobre la industria azucarera. Los “nuevos” radicales pertenecientes a
la élite industrial, lograron sucesivas intervenciones a Tucumán. Como odiaban
la “política obrerista” de Yrigoyen se adhirieron al “alvearismo”. El nivel de
conflictividad cañero fue nacionalizado por la acción directa de la F.A.A., entidad agraria santafecina,
que reorganizó a los pequeños y medianos cañeros, entonces, el gobierno
nacional intervino directamente creando un mecanismo de concertación
perdurable, el Laudo Alvear de 1928, verdadero Estatuto azucarero que afectó
todas las etapas de las relaciones cañero-industriales. A su vez, los
gobernadores del N.O.A. desde 1927 intentaron constituir un bloque regional
para defensa de la industria azucarera de acuerdo al parámetro del consumo
interno, esto recién lo lograron en agosto de 1930, a días del golpe de estado
del 30 de septiembre. Allí, se apreció un nuevo liderazgo, el del gobernador
jujeño Benjamín Villafañe, (Noemí
Girbal, 1994) y el retroceso del rol protagónico de la élite tucumana muy
afectada por las condiciones que les impuso el Laudo Alvear.[44] Este instrumento federal
no sólo blanqueó las relaciones entre los principales actores, sino que buscó
la protección de los pequeños y medianos cañeros. Pero esto provocó una
“explosión cañera” agudizándose el cuadro social. La irrupción de los cañeros independientes
como gremio, cambió las reglas en el negocio azucarero, y los gobiernos
radicales a nivel provincial y nacional tuvieron su responsabilidad.
Finalmente, sólo algunos dirigentes “ilustrados”, propusieron salir de la
economía monoproductora, para terminar con la dependencia azucarera y
solucionar los graves problemas sociales de la enorme masa cañera que vivía en
condiciones de parvifundio. En vez de ello, la mayoría, incluso el Estado
provincial siguió apostando al azúcar, creando ingenios cooperativos para los
cañeros.
Quedan dos símbolos de aquella época el Laudo Alvear
y las Cámaras gremiales creadas a su amparo, junto a la decadencia, cierre y
desguace de la Refinería Argentina, ésta parte de un ambicioso plan monopólico
que duró cuarenta años y que fue vencida por la resistencia de los industriales
tucumanos.[45]
[1] Ponencia
presentada en las III JORNADAS AGRARIAS
Y AGROINDUSTRIALES, organizadas por PIEA, Facultad de Ciencias Económicas, UBA,
noviembre de 2003. Se agradece a moderadores y público participante por sus
importantes comentarios, y luego, a otros investigadores que leyeron este
primer trabajo.
[2] Mases,analiza la experiencia
“fallida” de llevar a trabajar a Tucumán, a 500 pampas y ranqueles en 1879,
dados a los industriales azucareros por su “amigo” el Gral. J. A. Roca, en: Mases, Enrique H.: "Consecuencias socio-económicas de la conquista del desierto (Pampas y Ranqueles en la historia azucarera
tucumana, 1878-79)”, Cuadernos de Historia Regional, Nº 10, vol. IV,
diciembre, U.N.Luján, 1987, pp. 100-107. Y D. Guy, Política azucarera argentina:
Tucumán y la Generación del 80,
Tucumán, Banco Comercial del Norte, 1981, pp. 43-44.
[3] La legislación provincial
apuntaba al "control social": inmovilización de la mano de obra.
Se reglamentó el trabajo forzado, y a
pesar de que el gobernador Lucas Córdoba lo derogó la "ley de
conchabos" en 1896, siguió como "ley negra" hasta que se
instituyó el art. 34 de la Constitución de 1907 (reglamentación del trabajo y salubridad en las fábricas).
Para ampliar esta cuestión ver: Bialet Massé, Juan: Informe sobre el estado de la clase obrera del interior de la
República (1904), Bs. As., Hispamérica, II tomo, 1986;Giménez Zapiola, Marcos:"El interior argentino y el desarrollo hacia
afuera: el caso de Tucumán”, en: Giménez Zapiola, Marcos (comp.), El
régimen oligárquico. Materiales para el estudio de la realidad argentina (hasta
1930), Bs. As., Amorrortu Ed., 1975,
p. 107. Pucci, Roberto: "Tucumán,
1880-1917: su estructura económica-social.
Pautas para una interpretación del 'despegue azucarero'",
Cuadernos de Historia Regional n° 5,
vol. II, abril, U.N.Luján, 1986. Monner Sans,
María Inés de: "El triunfo
radical en Tucumán", Todo es Historia , N° 263, mayo, 1989, pp. 43-44.
Guy, D., ibíd., pp. 2-45. Campi, Daniel: “Notas
sobre la gestación del mercado de trabajo en Tucumán (1800-1870)” Población
y Sociedad. Tucumán, diciembre 1997,
Nº 5, 133-163, y en: “Captación forzosa
de mano de obra y trabajo asalariado en Tucumán, 1856-1896”, Anuario IEHS, Universidad del Centro de Bs. As.,
Tandil, Nº 8, 1993, pp. 47-71.
[4] Revista Azucarera, Nº 158,
febrero, 1916, p.15. Y se exportan 64.690
y 53.823 tns. de azúcar a Gran Bretaña y Uruguay respectivamente. Compañía Azucarera Tucumana: Informe al Sr. Pétrement, Ataché Comercial de Bélgica, (tema:
estado de la industria azucarera entre 1910 y 1918), 7 de junio de 1918, p.
2.
[5] Ibíd., Nº 160, abril, 1916, p. 49. Rosenzvaig, realiza una
interpretación particular sobre la crisis biológica de la caña criolla: “... En
esos años de retracción se producirá la degeneración de la caña criolla (...)
¿Pero sucedió así realmente?”, ),
focalizando su análisis en las maniobras de los empresarios en
operaciones de exportación-importación; en: Rosenzvaig, Eduardo: Historia social de Tucumán y del Azúcar. Tucumán, UNT, tomo II,
1987, p. 203.
[6] Ibíd., Nº 161, mayo, 1916, pp. 62-63.
[7] Ibíd., p. 67.
[8] Ibíd. Nº 162, junio, 1916, p. 84 y 87.
[9] Monitor de Sociedades Anónimas,
Nº 123, pp. 8-9.
[10] Revista Azucarera, Nº 130,
agosto, 1916, pp. 58-59; e ibíd., Nº 155, septiembre, 1918, p. 98.
[11] Páez de la Torre, Carlos (h), “Octaviano
S. Vera, un tucumano radical”, Todo es Historia, Nº 105, febrero, 1976, p.
15.
[12] Monner Sans, María Inés de, “El
triunfo radical en Tucumán”, Todo es Historia, Nº 263, mayo, 1989, pp. 44 y
passim.
[13] Páez de la Torre, C., op. cit., pp. 9-11.
[14] (Entrevista) Hagemann, Máximo: “La industria azucarera en Tucumán”, La Época, Bs. As., 8 de mayo de 1919.
[15] Revista Azucarera, Nº 193, enero, 1919, p. 2, y pp. 8-9.
[16] Ibíd., Nº 194, febrero, 1919, p. 37.
[17] Ibíd., N° 204, diciembre, 1919, pp. 359-66: La industria azucarera, según
el despacho por la minoría de la Comisión investigadora de Diputados,
constituye un "trust", pues se encuentra en todas y cada una de las
combinaciones, mientras que para el C.A.A., en ninguna. Los industriales
reconocen "...que la Refinería Argentina dá los precios del azúcar y que a
estos precios se ajustan los demás fabricantes."
[18] Ibíd., Nº 206, febrero, 1920, pp. 38-58 y Páez de la Torre, ibíd., p.
10.
[19] Ibíd., pág. 10. En las elecciones a gobernador, el Radicalismo se
presentó dividido. Octaviano S. Vera, que era candidato de la U.C.R. "
Azul"(antiyrigoyenista) y que provenía de una familia campesina de Medinas
(departamento de Chicligasta), y utilizó "la alpargata", símbolo del
campesinado. Por ello, se vieron en las calles de Tucumán, miles de cañeros
sosteniendo a modo de lanza, una caña... y coronadas con la
"alpargata". Ibíd., p. 11 y passim.
[20] Ibíd., p. 24.
[21] Ibíd., Nº 241, enero, 1923, p. 2.
[22] Ibíd., Nº 243, marzo, 1923, p. 70.
[23] Ibíd., N° 244, abril, 1923, pp. 97-103 Integrantes de la Cámara Gremial
del Mercado de Azúcar a Término, titulares: Ambrosio A. Nougués, Ramón Paz
Posse, José M. Landajo, E. Otto Mallmann, Ambrosio Romero, Angel Paz, Rómulo
Forchieri, Manuel B. Sasso, Andrés C. Scotto y César Taglioretti; suplentes:
Pedro F. Mosoteguy, Manuel Paz, Manuel García Fernández, Javier Padilla, Hälmar
Lassen, Federico Helguera (h), Pío Leveratto, Agustín Bottaro, Luis Battilana y
Remo Pietranera. Ibíd., p.107.
[24] Ibíd., Nº 245, mayo, 1923, pp 126-140. Véase también en: Santamaría
D., Azúcar y Sociedad en el Noroeste Argentino, ibíd., pp. 73-79 y Las huelgas
azucareras de Tucumán, 1923, ibíd., pp.87-97.
[25] Ibíd., Nº 247, julio, 1923, p. 185.
[26] Ibíd., Nº 248, agosto, 1923, pp. 222-226.
[27] Industria Azucarera,
Nº 363, enero, 1924.
[28] Ibíd., Nº 365, marzo, 1924, p. 151.
[29] Páez de la Torre, C.: Historia
de Tucumán, Bs. As., Editorial Plus Ultra, 1987, p. 627.
[30] Industria Azucarera, año
XXXII, Nº 399, enero, 1927, pp. 2, 32, 45 y 77.
[31] Ibíd., Nº 401, marzo, 1927, p. 175.
[32] Industria Azucarera, Nº
403, mayo, 1927, pp. 365-373. . Organismos
creados durante la administración radical (1917-30): el 16 de mayo de 1920, se
crea la Sociedad de Empleados de la Industria Azucarera de Ayuda Mutua. El 16
de Ley del 5 de julio de 1927, la Cámara Gremial de Productores de Azúcar de
Tucumán; y el 15 de abril de 1928, la Asociación de Agrónomos y Técnicos
Azucareros. Citado en: Schleh, E. J., El
Azúcar en la Argentina, Cesarini Hnos. Editores, Bs. As., 1953, pp.
110-115.
[33] Ibíd., Nº 410, diciembre, 1927, pp. 1121-22.
[34] Ibíd., Nº 413, marzo, 1928, p. 178.
[35] Santamaría, D: “Los costos
agroindustriales de la industria azucarera argentina. El caso Tucumán,
1880-1940”, ibíd., p. 39.
[36] Parte dispositiva del Laudo Alvear de 1928, ver: Unión de Cañeros
Independientes, Laudo Alvear 1928, Tucumán, 1956, pp. 68-77; Industria Azucarera,
Nº 414, abril, 1928, pp. 262-271
(análisis del Laudo); Micele Antonio, La
industria azucarera en la República Argentina, Tesis doctoral, U.B,A.,,
1936, pp. 45-54 y passim.; Taborda Caro, María Susana: Derecho Agrario, Cap. XI, Régimen jurídico del azúcar, pp. 517-546;
Santamaría D., Azúcar y Sociedad en el
Noroeste Argentino, ibíd., p. 35; Industria Azucarera, Nº 417, julio, 1928,
pp. 635-638. Para ampliar los análisis sobre el Laudo Alvear ver:
Girbal-Blacha, Noemí: “Azúcar, cambio político y acción empresaria en
la Argentina (1916-1930)”, Separata
de Investigaciones y Ensayos, Nº 41, Academia Nacional de Historia, Bs. As.,
1991, pp. 300-314; y Bravo, María Celia: Tesis de Doctorado en Historia
(inédita): Sector cañero y política en
Tucumán 1895-1930, UNT, Tucumán, diciembre 2000, principalmente pp. cap.
IX, pp. 1-25. Trabajo facilitado por la
autora.
[37] Industria Azucarera, Nº
422, diciembre, 1928, p. 1002 y 1015.
[38] Ibíd., Nº 426, abril, 1929, pág. 324. Se instalaron dos fábricas
durante 1929, una ubicada "... en el distrito de Media Agua (San Juan),
propiedad de la S.A. Azucarera de Cuyo y la otra en Conesa (Río Negro),
propiedad de la Compañía Industrial Agrícola San Lorenzo Limitada. ... ensayo
en mayo de 1929 y produjeron ... 222.381 kilogramos de azúcar granulado
(Fábrica S. Lorenzo: principal accionista el gobierno provincial) y 193.250 kilogramos de azúcar granulado y pilé."
La primera, para el consumo local, y la de Conesa destinará la mayor parte para
la elaboración de dulces de Río Negro. C.A.N., La Industria Azucarera, 4ª.
Edición, Ferrari Hnos., Bs. As., 1930, pp. 67-68.
[39] ) Ibíd., N° 424, febrero,
1929, pp. 92-105. En la provincia de Buenos Aires, se desarrolló la
"guerra a la sacarina", por cuanto los inspectores de la Oficina
Química del ministerio de Obras Públicas, inutilizaron el 25 de enero de 1929,
10.000 botellas de bebidas "sin alcohol", consideradas "...
inaptas para el consumo por contener
sacarina". Este hecho se produjo en las fábricas de bebidas gaseosas de
los alrededores de Cap. Federal: Avellaneda, L. de Zamora, San Justo,
Ciudadela, Ramos Mejía, etc. . La sacarina era una substancia prohibida por ley
nacional y por reglamentaciones provinciales. Y la sustitución de azúcar por
sacarina, les reportaba ganancias considerables a los fabricantes, pues se
usaba menos cantidad de edulcorante con respecto al azúcar, esto constituía una
"maniobra dolosa". Ibíd., pág. 154.
[40] Ibíd., N° 429,
julio, 1929, pág. 492-494. Para evitar la "crisis de abundancia" se
le pide al Presidente Yrigoyen, que gestione ante los productores de caña de
Salta y Jujuy a que reduzcan el 30% de su producción, "... como hacemos
los tucumanos." Ibíd., p. 494 y p.
539.
[41] Ibíd., Nº 426, abril, 1929, p. 324.
[42] Rock, David: Historia del Radicalismo 1890-1930, Bs. As., Amorrortu Editores,
1977, p. 210.
[43] Aráoz, María Florencia: José Ignacio Aráoz. Una vida tucumana
1875-1941, Tucumán, Fundación Miguel Lillo-Centro Cultural Alberto Rougés,
p. 73.
[44] Girbal-Blacha, Noemí M.: "Azúcar, poder político y propuestas de
concertación para el noroeste argentino en los años '20". Conferencias de
gobernadores de 1926-1927”,
Desarrollo Económico, n° 133, vol.
34, abril-junio, 1994, p. 120.
[45] Guy, Donna J., "Refinería Argentina 1888-1930: límites de
la tecnología azucarera en una economía periférica", Desarrollo Económico, n° 111, vol. 28, octubre-diciembre, 1988, 373.
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